Este señor, sentado en la mesa de un restaurante cualquiera, está con su palillo guardado en la oreja. De repente me ha recordado a todos aquellos que, antaño, aprovechaban esta utilidad de la oreja, hoy en desuso, y llevaban desde lápices a cigarrillos, y sobretodo el ( hoy denostado por todas las normas de savoir-faire) palillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario