por Noam Chomsky, 4 de junio de 2013
¿Cuál es el futuro previsible? Una
postura sería la de ver desde fuera a la especie humana. Así que imaginémonos
que somos un observador extraterrestre que trata de discernir lo que está
pasando aquí, o quizás ser un historiador que investiga las cosas de la Tierra
dentro de 100 años, lo cual no resulta fácil, ya que está mirando hacía atrás
lo que está sucediendo hoy en día. Y lo que vería sería algo digno de destacar:
La primera vez que en la historia de la
especie humana ha desarrollado la capacidad de autodestruirse. Algo que viene
siendo así desde 1945. Ahora estamos conociendo que hay procesos a más largo
plazo, como la destrucción de nuestro medio, que conducen en la misma
dirección, tal vez no hacia una destrucción total, pero si a la destrucción de
la capacidad de llevar una vida más o menos razonable.
Hay otros peligros como las pandemias,
que tiene que ver con la globalización y la interacción.. Con los procesos en
curso y otros en manos de las Instituciones, por ejemplo las armas nucleares,
esto podría llevarnos a una situación muy seria, a una existencia muy precaria.
Cómo destruir un planeta sin dar golpe
La pregunta es: ¿Qué hacemos las
personas sobre esta cuestión?. Nada de esto es un secreto, todo está a la
vista, de hecho hay que hacer un esfuerzo para no verlo.
Se han producido algunas reacciones.
Algunos están trabajando para cambiar el sentido de estas amenazas, pero otros
actúan para intensificarlas. Si recordamos lo que nos imaginamos ser, un
observador extraterrestre o un historiador del futuro, esto resulta muy
extraño. Los que tratan de mitigar o superar estas amenazas se encuentran en
las sociedades menos desarrolladas, o lo que queda de ellas, sociedades
tribales y las Primeras Naciones de Canadá. No hablamos de una guerra nuclear,
sino de los desastres ambientales y de hacer realmente algo en este sentido.
De hecho, en todo el mundo -Australia,
la India, América del Sur- se están produciendo batallas, a veces en formas de
guerras. En la India, hay una gran batalla debido a la destrucción ambiental,
con la resistencia por parte de las sociedades tribales que se oponen a la
extracción de los recursos, unas prácticas muy perjudiciales a nivel local,
pero que también las tienen a nivel general. En las sociedades donde las
poblaciones indígenas tienen una cierta influencia, están tomando una posición
muy firme. En relación con el calentamiento global, el que tiene una posición
más fuerte es Bolivia, con una mayoría indígena y una Constitución que
protege los “derechos de la naturaleza”.
Ecuador, que también tiene una amplia
población indígena, es el único país exportador de petróleo que conozco en
donde el Gobierno busca ayuda para que el petróleo se mantenga en el suelo, en
lugar de su producción y exportación – en el suelo es donde debe estar.
Las sociedades más ricas, las más
poderosas en toda la historia del mundo, como Estados Unidos y Canadá, están
empeñadas en una veloz carrera para destruir el medio lo más rápidamente
posible.
El Presidente venezolano Hugo Chávez,
que falleció recientemente y fue objeto de burla, de insulto y odio en todo el
mundo Occidental, asistió a una sesión de la Asamblea General de la ONU hace
unos años, aquella que suscitó todo tipo de burlas por llamar diablo a George
W. Bush. Ofreció un interesante discurso. Venezuela es un importante productor
de petróleo, que prácticamente constituye la mayor parte de su PIB. En ese
discurso advirtió del uso excesivo de los combustibles fósiles y exhortó a los
países productores y a los consumidores a reunirse para tratar de encontrar
formas de reducir su consumo. Fue algo muy sorprendente por parte de un
productor de petróleo. Chávez era de origen indígena. A diferencia de otras
cosas divertidas que hizo, ni siquiera se informó de este discurso ante la
Asamblea de la ONU. [Discurso de Hugo Chávez en la Cumbre de Copenhague: http://noticiasdeabajo.wordpress.com/2009/12/20/discurso-de-hugo-chavez-en-la-cumbre-de-copenhague/]
Las sociedades más ricas, las más
poderosas en toda la historia del mundo, como Estados Unidos y Canadá, están
empeñadas en una veloz carrera para destruir el medio lo más rápidamente
posible. A diferencia de Ecuador y otras sociedades indígenas del mundo,
quieren extraer de la tierra cada gota de hidrocarburos presente en ella, a
toda velocidad.
Los dos partidos políticos, el
Presidente Obama, los medios de comunicación y la prensa internacional, están
esperando lo que llaman “el siglo de la independencia energética” de los
Estados Unidos. Pero es un concepto casi sin sentido, así que lo dejamos de
lado. Lo que quieren decir es: vamos a explotar todos los combustibles fósiles
existentes y contribuir a la destrucción del mundo.
Y lo mismo sucede en otras partes. Es
cierto que en cuanto al desarrollo de las energías alternativas, Europa está
haciendo algo. Mientras tanto, los Estados Unidos, el país más rico y poderoso
de toda la historia, es el único país entre los 100 más relevantes que ni
siquiera se ha propuesto como objetivo las energías renovables. No es porque la
población no lo quiera. Los estadounidenses también están preocupados por el
calentamiento global. Sus estructuras institucionales deben transformarse. Pero
los intereses comerciales lo impiden y tienen un gran poder en determinar la
política a seguir, generando una gran brecha entre la opinión pública y la
política, tanto en este tema como en muchos otros.
Esto sería lo que viese este supuesto
historiador del futuro. También podría leer las revistas científicas: la
predicción sería aún más grave que la anterior.
El momento más peligroso en la historia
El otro asunto es la guerra nuclear. Se
sabe desde hace tiempo que si una gran potencia hiciese estallar sus armas
nucleares, sin contar con las represalias de sus vecinos, probablemente se
destruiría la civilización sólo por las consecuencias del invierno nuclear que
seguiría. Esto se puede leer en el Boletín de los Científicos Atómicos. Es algo
sabido. El peligro es mucho peor de lo que pensábamos que era.
Acaba de producirse el 50 Aniversario de
la Crisis de los Misiles de Cuba, aquello que denominó “el momento más
peligroso de la historia” el historiador Arthur Schlesinger, asesor del
Presidente John F. Kennedy. Y lo fue. Estuvo muy cerca, aunque no fue la única
ocasión. Sin embargo, lo más negativo de todos estos acontecimientos es que la
lección no se ha aprendido.
Lo que ocurrió en la Crisis de los
Misiles de octubre de 1962 se ha adornado para que aparezca como un momento en
que abundaron actos de coraje y templanza. Pero la verdad es que todo aquello
fue un acto de locura. Hubo un momento en que la crisis de los misiles llegó a
su punto culminante, cuando el Primer Ministro soviético Nikita Jruschov
escribió a Kennedy para ofrecerle una solución mediante el anuncio público de
la retirada de los misiles rusos de Cuba y los misiles estadounidenses de
Turquía. En realidad, Kennedy ni siquiera sabía que Estados Unidos tenía
misiles en Turquía. De todos modos estos misiles se estaban retirando al ser
reemplazados por los submarinos nucleares Polaris, mucho más letales e
invulnerables.
Esa fue la oferta. Kennedy y sus
asesores consideraron que era inaceptable y la rechazaron. En ese momento, el
propio Kennedy estimó la posibilidad de una guerra nuclear. Así que Kennedy
estaba dispuesto a aceptar el riesgo de una destrucción masiva con el fin de
establecer el principio de que nosotros y solamente nosotros tenemos el derecho
de instalar misiles defensivos más allá de nuestras fronteras, en cualquier
lugar que deseemos, sin importar el riesgo si las cosas salen fuera de control.
Nosotros tenemos ese derecho, y nadie más.
Sin embargo, Kennedy firmó un acuerdo
secreto por el cual los Estados Unidos retiraban los misiles, siempre y cuando
no se hiciera público. Jruschov tuvo que retirar de forma abierta sus misiles,
mientras que los Estados Unidos retiraba en secreto los suyos obsoletos. Es
decir, Jruschov quedó humillado y Kennedy mantuvo su imagen de macho. Ha sido
muy elogiado por su coraje y frialdad ante la amenaza, y así sucesivamente. El
horror de sus decisiones ni siquiera se mencionan, pero ahí quedan registradas.
Y añadir algo más, un par de meses antes
de que estallase esta crisis, los Estados Unidos habían instalado misiles con
ojivas nucleares en Okinawa. Éstas estuvieron dirigidas hacia China en un
período de gran tensión regional.
Bueno, ¿y a quién le importa? En
definitiva los Estados Unidos se reserva el derecho de hacer lo que quiera en
cualquier parte del mundo. Esa fue la triste lección de aquella época, pero
había otras que comenzaron a emerger.
Diez años después, en 1973, el
Secretario de Estado Henry Kissinger dio la alerta nuclear de alto nivel. Era
su manera de advertir a los rusos de que no interfirieran en la guerra
árabe-israelí, y, en particular, que no interfiriesen después de que los
israelíes violasen el alto el fuego, que los Estados Unidos y Rusia habían
acordado. Afortunadamente no pasó nada.
Diez años después, el Presidente Ronald
Reagan se encontraba en el poder. Poco después de acceder a la Casa Blanca, él
y sus asesores de la Fuerza Aérea pretendían realizar una incursión en el
espacio aéreo ruso para obtener información sobre los sistemas de alerta rusos,
la operación Able Archer. En esencia, se trataba de ataques simulados. Los
rusos se mostraron desconcertados, y algunas autoridades de alto nivel
consideraron que era el primer paso hacía una guerra nuclear. Afortunadamente,
los rusos no reaccionaron, aunque por muy poco. Y seguimos en las mismas.
¿Qué hacer con las crisis nucleares de
Irán y Corea del Norte?
Actualmente, la cuestión nuclear aparece
con regularidad en las portadas debido a los casos de Corea del Norte e Irán.
Hay diferentes maneras de hacer frente a estas crisis en curso. Quizás no
funcionasen, pero se pueden intentar. Sin embargo ni siquiera se consideran, ni
se informa de ellas.
E caso de Irán, considerado en Occidente
como la mayor amenaza para la paz mundial, aunque no en el Mundo Árabe ni en
Asia. Es una obsesión Occidental, y interesante conocer los motivos de la
misma, pero es una cuestión que ahora dejo de lado. ¿Hay alguna manera de hacer
frente a la supuesta amenaza, la más grave para la paz mundial? En realidad,
hay varias. Una manera bastante sensata ya se propuso hace un par de meses en
una reunión de los países no alineados, en Teherán. Se reiteraba una propuesta que
realizada durante décadas, bajo el auspicio de Egipto y aprobada por la
Asamblea General de la ONU.
La propuesta consiste en establecer una
zona libre de armas nucleares en la región. No supondría la solución a todos
los problemas, pero sería un paso importante hacia adelante. Y hay maneras de
actuar. Bajo los auspicios de la ONU se iba a celebrar una Conferencia
Internacional en Finlandia, en diciembre pasado, para tratar de poner en
práctica los planes y avanzar en la solución ¿Qué ha pasado?
No busque en los periódicos porque no lo
va a encontrar, en tal caso en las revistas especializadas. A principios de
noviembre, Irán accedió a asistir a la reunión. Un par de días después, Obama
canceló la reunión, diciendo que no era el momento adecuado. El Parlamento
Europeo hizo pública una declaración diciendo que la reunión se debía celebrar,
al igual que hicieron los países árabes. Nada cambió. Así que continúan unas
sanciones cada vez más severas contra la población iraní, que en nada
perjudican al Régimen, en todo caso si estalla una guerra. ¿Quién sabe lo que
puede pasar?
En el Noreste de Asia, suceden cosas
parecidas. Corea del Norte podría ser considerado el más país más enloquecido
del mundo. Sin duda tiene muchos boletos para tener este título. Pero no tiene
sentido tratar de averiguar lo que pasa por la mente de las personas cuando
actúan de una manera absurda. ¿Por qué se comportan de esta manera?
Imaginémonos en la misma situación. Imagine lo que significó la Guerra de Corea
en la década de 1950 para un país totalmente arrasado, destruido por una gran
superpotencia, que además se regodeaba de lo que estaba haciendo. Imagínese
todo lo que dejaría atrás.
Tenga en cuenta que los dirigentes de
Corea del Norte pueden haber leído las revistas militares que decían que como
ya todo lo demás de Corea del Norte había sido destruido, sólo quedaba enviar a
la Fuerza Aérea para destruir las presas de Corea del Norte, que controlaban el
suministro de agua, lo que se considera un crimen de guerra, y que por tales
atrocidades algunas personas fueron ahorcadas tras lo juicios de Nuremberg. Y
estas revistas militares hablaban con entusiasmo de lo maravilloso que sería
ver correr el agua a cántaros por los valles, y las gentes corriendo tratando
de sobrevivir. Imagínense lo que tales horrores lo que significarían para los
asiáticos: la destrucción de la cosecha de arroz, lo que implicaba hambre y
muerte. ¡Qué bien! No forma parte de nuestra memoria, pero sí de la suya.
Volvamos al presente. Hay una
interesante historia de hace muy poco. En 1993, Israel y Corea del Norte
trataban de llegan a un acuerdo por el cual Corea del Norte podía dejar de
enviar misiles o tecnología militar a Oriente Medio, si Israel reconocía a ese
país. El Presidente Clinton intervino y bloqueó el acuerdo. Poco después, en
represalia, Corea del Norte llevó a cabo una prueba de misiles de poca
importancia. Los Estados Unidos y Corea del Norte intentaron llegar a un
acuerdo marco en 1994 para poner fin al Programa Nuclear, siendo una solución
equilibrada para ambas partes. Cuando George W. Bush llegó al poder, Corea del
Norte tenía quizás un arma nuclear, pero se comprometía bajo verificación a que
no produciría ninguna más.
Bush lanzó inmediatamente su militarismo
agresivo, amenazando a Corea del Norte, -“el eje del mal” y todo eso-, por lo
que Corea del Norte volvió a reanudar su programa nuclear. Cuando dejó el
cargo, tendría entre ocho a diez armas nucleares y un sistema de misiles, otro
gran logro de los neocon. Entre tanto ocurrieron otras cosas. En 2005, los
Estados Unidos y Corea del Norte llegaron a un acuerdo para poner fin a todas
las armas nucleares y el desarrollo de misiles. A cambio, Occidente, pero sobre
todo los Estados Unidos, proporcionaría un reactor de agua ligera para
necesidades médicas y se pondría fin a las declaraciones agresivas. A
continuación firmarían un tratado de no agresión y se avanzaría en un
acercamiento.
Fue algo prometedor, pero enseguida Bush
hizo todo lo posible por socavar el acuerdo. Se retiró el ofrecimiento de un
reactor de agua ligera y se obligó a los bancos a dejar de realizar
transacciones con Corea del Norte, que hasta entonces eran legales. Los
norcoreanos reaccionaron con una reactivación de su programa de armas
nucleares. Y así siguen las cosas hoy en día.
Es algo conocido, pueden leerlo en
muchos sitios. Así que los que dicen que es un Régimen de locos también
tendrían que ver que están siguiendo una especie de política de represalias.
Usted me hace un gesto hostil y yo le respondo con uno de esos gestos que consideran
locos. Usted me hace un gesto amable y nosotros vamos a corresponder de alguna
manera.
Últimamente, por ejemplo, se han
realizado ejercicios militares entre Corea del Sur y Estados Unidos en la
Península Coreana, que desde el punto de vista de Corea del Norte han supuesto
una amenaza. No gustaría saber si ocurrieran en Canadá y estuviesen dirigidos
contra nosotros. En el transcurso de estas maniobras, los bombarderos más
sofisticados de la historia, los B-2 y B-52, han llevado a cabo bombardeos simulados
en la frontera de Corea del Norte.
Todo esto hace sonar las mismas alarmas
del pasado, cuando se reaccionaba de un manera muy agresiva, extrema. Y sólo
llega a Occidente que los líderes de Corea del Norte se han vuelto locos. Sí,
lo son, pero esa no es toda la historia, y este es el modo en que funciona el
mundo.
No es que no haya alternativas. Es que
no se considera ninguna alternativa. Eso es peligroso. Así que si me preguntas
lo que me parece el mundo, no voy a retratar ningún cuadro bonito. A menos que
las personas, nosotros, hagamos algo para que no sea así. Siempre se puede.
Noam Chomsky es Profesor (retirado) del
Instituto MIT. Es autor de numerosos libros y artículos sobre asuntos
internacionales y temas socio-políticos, y participa desde hace mucho tiempo en
movimientos activistas
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